sábado, 7 de julio de 2012

La injusticia de los filiales

La temporada que viene, Real Madrid y Barcelona no sólo medirán sus fuerzas en Primera división (y posiblemente en Copa y Liga de Campeones), sino que también lucharán por convertirse en el mejor equipo filial de España. Barcelona B y Real Madrid Castilla extenderán el clásico del fútbol español a la categoría de plata. Es atractivo, lo sé. Pero también es sumamente injusto. Y me explico.


En ninguna otra liga importante de Europa los filiales de los equipos de primer nivel pueden competir con los primeros equipos de otras ciudades. La argumentación es sencilla. Si un equipo tiene la posibilidad de curtir a su filial en competición al más alto nivel (como es Segunda o Segunda B), las posibilidades de que los futbolistas de ese filial sean válidos o al menos reporten beneficios a los equipos a los que pertenecen serán mayores. Esto, a su vez, provoca que los equipos que están en la élite tengan más posibilidades de seguir en ella ya que poseen una base en forma de filial compitiendo en la categoría de plata y de bronce. Simplificando, los equipos que poseen filiales en alta competición tienen más posibilidades de continuar en la élite. Si el Espanyol tiene al Espanyol B en Segunda B, y por cualquier motivo desciende a Segunda, el impulso que le dará el hecho de que sus canteranos estén compitiendo en la categoría de bronce será un plus a la hora de luchar por volver a Primera.

Pero esa no es la única razón por la que este sistema de competición me parece ridículo. El hecho de que los filiales puedan ascender incluso a Segunda división provoca que el primer equipo de una ciudad humilde tenga menos posibilidades de llegar a la élite, ya que no sólo compite contra las dificultades que conlleva ascender, sino que además debe pelear contra equipos filiales con jugadores hipermotivados por demostrar que pueden jugar en el primer equipo, pero sin el bonito apoyo de la afición de una ciudad entera detrás.


Resulta absurdo que equipos que se están jugando la supervivencia en el fútbol se vean perjudicados por filiales cuya única motivación debería ser la formación de sus jóvenes jugadores. Y para conseguir ese objetivo no es necesario competir en Segunda, Segunda B o Tercera, sino que basta con crear una liga de filiales al estilo de la que existe en la Premier League. Allí se creó la llamada Liga de Reservas en la que compiten los segundos equipos de los conjuntos anglogaleses (recordemos que los equipos de Gales también juegan en la Premier). Así, cada fin de semana juegan el Arsenal o el Chelsea en la Premier, y al mismo tiempo los jugadores descartados y las jóvenes promesas disputan su partido en la Liga de Reservas. Esto ayuda a formar a los jóvenes, que adquieren ritmo de competición, y también provoca que los jugadores descartados que no cuentan para el primer equipo se fogueen y no pierdan su estado de forma, pudiendo así intervenir en el primer equipo en cualquier momento si así lo ve conveniente el entrenador.

En mi opinión, todo son ventajas en el formato de Inglaterra y Gales y todo son inconvenientes en el modelo español. Lugo, Móstoles o Alicante deben ser siempre más importantes que el Deportivo de la Coruña B, el Sevilla Atlético o el Villarreal B. Si así fuese todos saldríamos ganando. Todos menos los grandes. Y ahí es donde está el dilema.